Fumar es el segundo factor de riesgo más importante para las enfermedades cardiovasculares después del factor de la edad. Aparte de múltiples agentes nocivos y cancerígenos, el tabaco también aporta dos sustancias muy peligrosas para el sistema cardiocirculatorio: la nicotina y el monóxido de carbono.
La nicotina, al estimular la producción de adrenalina, aumenta la velocidad del ritmo cardíaco, sometiendo el corazón a un esfuerzo excesivo. Además, al favorecer la formación de “coágulos” de sangre, la nicotina aumenta el riesgo de trombosis. El monóxido de carbono, por otra parte, reduce la cantidad de oxígeno que es transportada por la sangre a los distintos órganos y tejidos del cuerpo.
Fumar es un hábito muy perjudicial al que necesariamente debe renunciarse para tener una buena salud del sistema cardiocirculatorio y de todo el organismo.
"Cada cigarrillo adicional es un paso más hacia niveles de riesgo más elevados"
Nunca es demasiado tarde para dejar de fumar.
Para los exfumadores, de hecho, el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular debido al tabaco baja a la mitad después de 1 año y desaparece por completo al cabo de unos años. Esto no es lo que ocurre con los tumores, cuyo riesgo permanece para toda la vida.
También se ha de tener en cuenta que, en comparación con los hombres, el riesgo para las mujeres es todavía más elevado: para un mismo número de cigarrillos fumados las mujeres sufren más los efectos perjudiciales. Muchas personas piensan que fumar adelgaza, ¡pero esto no es cierto! Quienes dejan de fumar tienden a aumentar de peso porque perciben mejor los sabores y como consecuencia comen más.