El síndrome metabólico
El síndrome metabólico es un marcador de riesgo para la enfermedad cardiovascular y la diabetes. Se reconoce en la actualidad como una condición compleja y aún poco conocida que generalmente resulta de un estilo de vida poco saludable.
En los países desarrollados es un problema muy común entre la población general y está estrechamente relacionado a la obesidad, y en particular a la obesidad de tipo abdominal.
El número de personas que desarrollan síndrome metabólico en España aumenta a 247 cada día, alcanzando los 94.000 nuevos casos por año, con un riesgo que aumenta con la edad, aunque también presenta un aumento importante en la infancia y la adolescencia. Una de las señales más importantes para reconocer este síndrome es la presencia de grasa visceral, es decir, la acumulación de grasa en la zona abdominal.
De hecho, el síndrome metabólico se diagnostica (según IDF, 2005) cuando hay un aumento de la circunferencia abdominal (≥ 94 cm en hombres y ≥ 80 cm en mujeres), junto con dos o más de los siguientes factores:
•Tensión arterial ≥ 130/85 mmHg o en tratamiento médico
•Glucosa en la sangre en ayunas superior a 100 mg/dl o diabetes ya conocida
•Triglicéridos ≥ 150 mg/dL
•Colesterol HDL inferior a 40 mg/dl en hombres e inferior a 50 mg/dl en mujeres
¿Cuáles son las causas?
Las causas del síndrome metabólico pueden ser muchas: una dieta rica en grasas saturadas y en alimentos de alto índice glucémico, junto con un estilo de vida sedentario, resistencia a la insulina, alteraciones en la microbiota intestinal, obesidad o una predisposición genética que favorezca su desarrollo.
En particular, nuestra dieta también influye en la composición de la flora intestinal, que si se altera conlleva un aumento de bacterias que favorecen la absorción de grasas y azúcares ingeridos y que producen sustancias inflamatorias que pasan a la sangre. Todo esto puede llevar a la alteración de los parámetros metabólicos propios del síndrome metabólico.
¿Cuáles son las consecuencias?
El síndrome metabólico está relacionado a sobrepeso y obesidad, acumulación de grasa en la zona abdominal, resistencia a la insulina y a una inflamación sistémica de bajo grado. En estas condiciones, el hígado recibe un exceso de nutrientes y moléculas inflamatorias que no puede gestionar de manera eficiente, activando así un círculo vicioso que, a largo plazo, puede comprometer el estado general de salud, aumentando el riesgo, no solo de diabetes y de enfermedades cardiovasculares, sino también de esteatosis, SOP (síndrome del ovario poliquístico), insuficiencia renal, hiperuricemia, SAOS (síndrome de la apnea obstructiva del sueño), etc.